Vuelvo y espero que para quedarme

Daniel Goleman dice que «cuando perdemos el control y estallamos, estamos secuestrados emocionalmente».  A lo largo de mis 25 años de vida he perdido el control en ocasiones, y todavía me pregunto como salí de esas situaciones. Deberíamos aprender a detectar las señales de nuestro cuerpo y de nuestro entorno antes de que todo explote saltando por los aires. Además de llorar, muchas veces de frustración, mi vía de escape es la escritura. Un blog, Facebook o Twitter. Los míos dicen que son una filosófica de la vida, que me encantan los parrafones y mil historias más. Lo cierto es que me ayuda a curarme de la ansiedad de ciertas situaciones, a expresar cosas que de otra manera no me atrevería nunca.

Hace días que desde que me voy a la cama abrazo un cojín, lo hago con todas mis fuerzas- Tratando de unir todas mis partes  rotas y sanando las heridas interiores. El primer paso para todo es quererse uno. Sino se te comen tus inseguridades, tus miedos, todo te parece un ataque (a veces los hay), las incertidumbres y los desvelos: y ahí estaba yo. Por eso también se que es lo mas difícil de lograr. Respecto al físico mis miedos, mis incertidumbres y esa sensación de que siempre es mejor “protegerse” de una mirada cruel con ropa me han acompañado toda mi vida, pero al mismo tiempo y casi en contradicción tengo unos valores personales y morales que en especial mi madre ha inculcado en mí. Ellos son mi escudo, mi barrera de contención. Todo eso hace mella, mella en ti. En tu «corazón» como se suele decir en bonito. La cruda realidad es que te estas jodiendo tu autoestima a marchas forzadas. Soy muy fan de BetaCoqueta y con la Saga de Martina me enseñó muchas cosas no solo ella, sino también Pablo, Javi o Amaya. Pablo decía: «cuidado con los latigazos que nos damos a nosotros mismos: dejan heridas que no cicatrizan bien y siempre se reabren» y que razón tiene. Durante mucho tiempo, e incluso a veces ha reinado el miedo en mi reino. Miedo. Miedo a no ser suficiente. Miedo a no estar a la altura. Miedo a cagarla. Mucho miedo. Y si vivimos con miedo no vivimos. También me ha costado darme cuenta de eso.

Todos necesitamos que nos demuestren de vez en cuando, que el otro nos de ese abrazo sin necesidad de pedirlo. Dar no cansa. Cansa no recibir nada nunca. A veces parece que vamos en la dirección contraria, cuando en realidad seguimos lo que nos dice el corazón. Lección de hoy: quiere(te) bien.

 

 

«Que estar siempre ahi, no te convierta en invisible nunca»  💙

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